domingo, 16 de julio de 2023

                                                    

                                                     A María Elisa.

 

 Fue un día extraño a la mañana que estaba dibujando en la terraza. El olor a tormenta llego en un aire repentino creando una atmósfera nubosa. Dejé el dibujo para empezar a contemplar y descubrir que puedo estar en la ciudad más poblada del país sin estarlo, con la imaginación me sustraje de los edificios, hice un ejercicio breve por querer ver más horizonte y cielo, fue muy rápido, pensé que la ciudad es un poco una caja oscura a la que le vamos haciendo clics por entre los edificios, por entre los espejos y vidrios repetitivos que se superponen. Me dije a mi mismo, porque en ese momento estaba sólo, cuando frenará esto.

 De la cicatriz de una maceta llega hasta mis pies una línea zigzagueante de agua, por esa línea de agua entre las hendijas de baldosas viene el río pensé; en ese transcurrir de la mañana dan un chamamé por la radio y pasa un viajero con mocasines negros por la vereda, hay humo en las islas, las aves del Paraná ya no encuentran donde refugiarse.

 En los viajes vivimos lo que nos contaron, lo que leímos, lo que escuchamos, nos cruzamos con personas que nos hablan de otras personas y esas nos recuerdan otres. 

El humo continua y llega ahora a la ciudad.

En la radio suena rock and Roll, hablan de estilos musicales, sus orígenes, intérpretes.

La terraza es como un patio y desde esta aquí en un segundo piso observo hacia abajo que como por un túnel de plantas y enredaderas se comunican al fondo dos patios, lo hacen por una puertita al final del pasillo. Allí se abren dos espacios cuadrangulares como si fueran pulmones. En ambos espacios hay parrilleros, baldosas sueltas, mangueras, herramientas, están a la misma distancia desde la vereda hacia adentro de la manzana, serán unos treinta metros; no alcanzo a ver bien, mejor dicho a escuchar desde cual, pero desde uno de ellos sube un sonido, es un bandoneón tocando un tango. Bajo el volumen de la radio, camino unos pasos y silbo un rato ahora con los codos apoyados en la mampostería que mira a la calle.

En eso se acerca Jorge con mate, él es un compañerx con el compartimos la casa, le digo que no puedo sacarme la costumbre de mirar y colgarme, ¡me van a denunciar!, nos reímos, haciendo mención al tiempo arruga la cara y me dice: -Se viene fulero.

Seguimos charlando y como a la mitad del termo (habrá sido), la luz  disminuye abruptamente, el lápiz junto a la hoja que había dejado en la mesa se vuelan. Una ráfaga imprevista de viento los llevo flotando hasta caer en la esquina; lo descubrí después, en ese momento sólo atiné a decirle a Jorge ¡ya vuelvo!. No lo vi más. 

Bajé las escaleras corriendo y llegué hasta el lugar donde los vi caer.

 Miré hacia los cuatro puntos cardinales y comenzó el pánico. A partir de ese momento dejé de caminar, me detuve con un vecinx a hablar de amor, le conté mi problema, no había visto nada. Se acerco otro señor al que le habían robado su saxo, me habló de las curvas y la forma de ese instrumento, las comparamos con las del violín, le expliqué lo sucedido en la terraza y ensayamos una teoría de la pérdida, del extravío.

Nos acercamos a preguntarle a una mujer que estaba parada cerca de nosotros. -Soy Irupé, se adelanto presentándose muy amablemente y agregando:

-Que lástima lo que les pasó, les prometo escribir sobre el dibujo y el saxo, sobre las pérdidas en nuestras vidas, ¿lo son?, ¿no lo son?, el tiempo, el misterio, las poesías.

-La casualidad... dijo Eugenio. Hace unos segundos teorizábamos sobre lo mismo con Nahuel.

Irupé nos preguntó si escribíamos.

Yo le respondí que no me animaba a hacerlo y que cada vez que lo intentaba fracasaba, que me alcanza con leer le dije sonriendo compadrito.

-Yo no me imaginaba escribiendo y lo hago. Seguí intentando me sugirió.

 Eugenio, nos contó que escribía sobre instrumentos musicales, sobre todo instrumentos de cuerdas. Agregó que nunca había publicado y que únicamente compartía sus escritos entre conocidxs, nos miramos con Irupé y continuamos buscando el lápiz con la hoja mientras Eugenio ahora nos hablaba de la guitarra. Buscábamos, íbamos, veníamos, nos mirábamos los tres intrigados.

En un momento les hice seña a ambos de cruzar la calle para buscar en la vereda opuesta. Fui hasta el borde del cordón, Eugenio se puso a mi lado esperando el semáforo; bajé la mirada de espera y al lado de sus pies estaba tirada solamente la hoja, sin el lápiz y completamente mojada de barro, justo entre el cordón y el cartel de la ochava, la levante rápido antes que se rompa y desarme, nos encontramos con que alguien la había levantado antes y vuelto a arrojar en ese lugar con una poesía escrita en el anverso dedicada a Ma. Elisa.

La tomé con tristeza y me pregunté, ¿Cuándo sucedió?, ¿Cuándo estaba bajando las escaleras?, ¿fue alguien que ni siquiera la dejo caer al piso, la agarró y escribió con rapidez esto?, ¿lo escribió adelante nuestro, a nuestras espaldas y ninguno se dio cuenta?, la pregunta es... ¿Cuándo y como sucedió?. Miré a Eugenio buscando alguna respuesta, miré a Irupé quien se había detenido unos segundos y ya venía hacia nosotros. Tantas preguntas me hice en esa brevedad de tiempo que sólo me preguntaría si el tiempo no es sólo una pregunta. ¿Dónde están?                                        

El papel estaba mojado, pero por suerte las letras podían leerse.

Ya cuando estuvimos los tres reunidos leímos lo que decía:

Sus ojos llevan las lágrimas de los años, de los sueños. 

Me dan energía para mover el lápiz, 

sus ojos aparecen de imprevisto cuando estoy por colocarle el punto a este renglón y prepararme para dormir.

Sus ojos hacen que imagine tomar sus manos, 

y temblando le escriba unas palabritas finales al renglón, 

son como acariciarla y decirle hasta mañana, 

que descanses."

A María Elisa                                                                                                    

                                                                                     El sombrerito es

Julian Lorenzotti

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lunes, 17 de abril de 2023

Casitas en el verde




Bocetos.

                                          Arquitectura.Nueve imágenes 25x17 cm cada una.

                                                       Óleo sobre papel de algodón.

                                                                    

                                         Casitas Lejanas. Nueve imágenes 25x17 cm. cada una.

                                                          Óleo sobre papel de algodón




El revés de los papeles.





 Casitas en el verde es una obra del 2020-2022. En ella reuní pensamientos que vengo caminando o en bici desde mi primeras fotografías allá por el 2012, no mis primeras fotografías sino cuando comencé a mirar el paisaje de la llanura pampeana y su arquitectura, las últimas calles del pueblo a la hora de la siesta, en soledad y con la luz cayendo a plomo sobre la tierra rojita de una cuneta del camino, ahí donde el horizonte comienza a ocupar el plano del cuadro y la distancia a confundirse, preguntas cósmicas al cielo, el asombro.. ¿Qué será aquel diminuto punto azul? ¿un monte? ¿un galpón? ¿una tapera? ¿un tambo? ¿vaquitas?

 Las obras fueron inspiradas de mi archivo fotográfico y emocional. Con las primeras capas di fondo a lo atmosférico del paisaje, se sucedieron capas densas de pintura que le dieron cierto realismo,  por último los detalles fueron trabajados desde un manierismo gráfico, parodias de los últimos años. Las obras en general son como "el atardecer" matérico en los sembrados y los cielos, las nubes esfumadas. Los puntos de fuga son objetos lejanos como en la casita que está movilizada por el derecho al aborto, el derecho que merecen todas las mujeres, cualquiera sea su género, sus orígenes, su sexualidad. En el 2018 me sorprendió la cantidad de mujeres en la calle, fue una movilización que me pareció relevante  pintar de los últimos años.

 Descubrí que expresión maravillosa es la arquitectura, sobre todo en esas casitas que  guardan relación con mi identidad, algunas aún están, otras no, casitas que cambian de colores con los años, que en verano se llenan de yuyos y en otoño tienen hojitas por la vereda, entre ellas transcurrió mi infancia entonces me identifico también pintando arquitectura sin querer hacerlo. 

 Por último construí la esquina de la cortada, el espacio infinito , el lugar donde jugaba con amigos sin pensar en el tiempo, con la pintura me pude acercar a una conversación  cuando comienza la noche, cuando se prenden las luces de la calle y debíamos volver a casa del campito o del baldío donde estábamos construyendo una chocita.

La obra fue realizada con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes.






                                          Arquitectura. Nueve imágenes 60x50 cm. cada una
                                                       
                                                      Óleo sobre bastidores de lienzo.



                                     Casitas lejanas II. Nueve imágenes 60x50 cm, cada una

                                                         Óleo sobre bastidores de lienzo

 


                                             
                                             El pasaje. Nueve imágenes 60x50 cm cada una

                                                         Óleo sobre bastidores de lienzo

viernes, 24 de noviembre de 2017

Resplandor












 Abrir la ventana que mira al paisaje, esa última ventana incógnita del aquí y allá. El resplandor es intenso, enceguece el espejo del cielo, el horizonte infinito, sin respuestas ni ecos. Andar esta luz y este silencio de la siesta no es otra cosa que la armonía de las sombras en esas noches estrelladas que buscamos el secreto del tiempo, volver la mirada al pasado y descubrir signos del porvenir. Otra vez el camino, siempre andar.

(Fotografías analógicas color en formato medio)

viernes, 19 de mayo de 2017

San Genaro, Santa Fe, Argentina


"El arte vive de creación e implica una creencia latente en la espontaneidad de la naturaleza. Mucho antes que artistas somos artífices. Y toda fabricación, por rudimentaria que sea, vive de similitudes y repeticiones, como la geometría natural que le sirve de apoyo. 
 La duración real es la que hace mella en las cosas, dejando en ellas la huella de su paso. Si todo está en el tiempo, todo cambia interiormente, y la misma realidad concreta no se repite jamás. " 

Bergson, Henri. La evolución creadora.

miércoles, 2 de noviembre de 2016

El hombre y el paisaje


Verano
 



 











Otoño



 



Invierno





 




Primavera



 


Fotografías en Estación Fluvial, Rosario, Santa Fe, Argentina.